Europa desentierra su futuro con una nueva política minera
Por: Juan Camilo Nariño Alcocer.
Europa ha comenzado a tomar decisiones clave en el ámbito minero que podrían transformar su economía y las cadenas globales de suministro. Hace unas semanas, Bruselas aprobó 47 proyectos estratégicos para desarrollar minerales críticos, buscando reducir su dependencia de China, que hoy le provee el 70 % de estos insumos esenciales.

Pero no estamos hablando solo de litio, cobre o tierras raras. Lo que está en juego es mucho más: autonomía, seguridad económica y resiliencia industrial. En un contexto de tensiones geopolíticas, Europa ha entendido que los minerales son piezas clave en su política industrial y climática.
En marzo de 2025, durante una de las presentaciones de la nueva Ley de Materias Primas Fundamentales en el Parlamento Europeo, Stéphane Séjourné, vicepresidente de la Comisión Europea advirtió: «El acero chino no puede ser el nuevo gas ruso». La prioridad fue clara: reducir la vulnerabilidad fortaleciendo la soberanía industrial y tecnológica. ¿Cómo? A través de mayor producción local, diversificación de proveedores y fomento a la inversión en minería, con el objetivo de disminuir la dependencia de países productores que podrían utilizar esos recursos como herramientas de presión geopolítica.
Con el Critical Raw Materials Act en vigor desde mayo de 2024, Europa tiene metas claras para 2030: al menos el 10 % de las materias primas deben extraerse en Europa, el 40 % procesarse localmente y el 25 % provenir del reciclaje. Con una inversión de 22.500 millones de euros, la UE impulsa enfoque integral con reglas más ágiles y fuerte respaldo financiero a lo largo de la cadena de valor.
España, por ejemplo, no hacía un plan de exploración desde los años 70. Hoy está actualizando su mapa geológico, activando minas cerradas, atrayendo inversión y reduciendo la burocracia para conocer su potencial minero. Porque antes de decidir si explotar o no, hay que saber qué se tiene.
Mientras tanto, en Colombia seguimos atrapados en un debate de si somos o no un país minero. Pero esa ya no es la pregunta correcta. La verdadera cuestión es: ¿sabemos qué minerales tenemos en nuestro subsuelo? ¿Sabemos cuántos y cuáles de los minerales estratégicos globales están realmente en nuestro territorio? ¿Dónde están, en qué cantidad y bajo qué condiciones se pueden integrar en las cadenas de valor?
La transición energética depende de contar con los minerales adecuados, y eso requiere planificación. Solo así podremos convertir nuestros recursos en una verdadera palanca de desarrollo sostenible. Explorar no es explotar: es entender qué tenemos, dónde está y cómo gestionarlo de manera responsable para construir un futuro más justo y resiliente.
Europa está intentándolo, con una política moderna: exigente, pero pragmática. Colombia, aún puede sumarse a esa importante conversación, pero debemos tener en cuenta que el reloj ya está corriendo.