Las mujeres se abren campo en las minas colombianas
Su ingreso a una mina era considerado de mala suerte. Hoy ya participan en operaciones mineras, conducen maquinaria pesada y lideran equipos de salvamento. También empiezan a ocupar cargos directivos.
La industria minera es un motor para el desarrollo de territorios y un gran generador de puestos de trabajo. El Gobierno nacional está creando políticas de equidad de género con base en iniciativas internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Pacto Global de las Naciones Unidas, que dieron origen a los Lineamientos de Género para el sector Minero Energético, publicados en marzo de 2020.
El sector minero tiene la posibilidad de producir impactos reales en la equidad de género a través de la eliminación de barreras, brechas y situaciones de violencia y discriminación, tanto en el campo operativo como en los espacios de toma de decisión de las empresas.
Hoy podemos ver mujeres en las operaciones mineras, tanto a cielo abierto como subterráneas, venciendo los mitos sobre la presencia de la mujer en una mina. Un mayor número de mujeres desempeña roles atribuidos únicamente a los hombres, como la conducción de maquinaria pesada para excavación y remoción de escombros y el liderazgo de equipos de salvamento, entre otros.
Pero a pesar de que la mujer ha ganado espacios en el sector minero, aún no hay un equilibrio entre mujeres y hombres en la industria. La mujer representa –según cifras oficiales–, solo el 9 por ciento de la fuerza de trabajo directa y su participación en cargos de decisión es tan solo del 7 por ciento.
El sector privado está reaccionando de manera muy activa a las políticas de equidad de género, al promover iniciativas como emprendimientos y empresas conducidas por mujeres, en la línea de suministros, soporte y procura, aportando así al empoderamiento económico de las mujeres, las familias y las comunidades.
Muchas empresas están creando programas de cero tolerancia hacia actitudes discriminatorias e implementando políticas que promueven la participación efectiva y la igualdad de oportunidades. El resultado: mejores ambientes de trabajo, más compromiso de los trabajadores y mayor aceptación en las comunidades de influencia.
Por: Marianna Boza
Presidenta y cofundadora de Women in Mining Colombia