Debate minero necesita argumentos y criterio técnico
La minería no debe ser discutida con medias verdades y sin sustento; si no con un diálogo técnico y alejado de intereses personales o ideológicos.
Según el estudio Brújula Minera 2020, por primera vez en siete años se logró cambiar la tendencia de opinión en los municipios no mineros frente a la actividad, pasando de 56% a 63% la percepción positiva. En los municipios mineros el índice subió de 64% a 68%.
Estos resultados son producto de los esfuerzos de las compañías por demostrar que la minería bien hecha es posible, así como de procesos de diálogos con las comunidades cada vez más abiertos, horizontales y constructivos. Hoy existe un mejor entendimiento mutuo y un debate basado en argumentos y en criterios técnicos, cada vez más alejado de intereses particulares.
Aunque siguen existiendo quienes intentan generar división, tengo la esperanza de que la madurez de la discusión ha venido dejándolos en el lugar que les corresponde, que no es otro que el papel que juegan en cualquier democracia las visiones de los extremos. Cada vez más colombianos creen posible la coexistencia de distintos sectores y que en la medida en que más opciones de desarrollo existan, habrá más oportunidades de empleo, bienestar y mejoramiento de la calidad de vida.
Esas voces que intentan crear opuestos (el agua vs. la vida, o la vocación turística vs. la minera), son irresponsables con el país y con las comunidades en donde dichos proyectos pueden desarrollarse. Hoy necesitamos sumar, aportar y construir entre todos.
En todo el mundo existen ejemplos de comunidades en donde el desarrollo de la agricultura, el turismo y la minería, produce sinergias que terminan generando más bienestar. El debate se debería concentrar entonces en cómo hacer todo de la mejor manera posible y no en cómo condenar a un municipio a una sola actividad económica, aludiendo a que esa es su vocación.
Una de las grandes lecciones de la actual pandemia es que tener todas las apuestas en una sola actividad deja a los municipios muy vulnerables y con poco margen de maniobra ante cualquier crisis. En ese debate público anacrónico, algunos intentan generar dudas sobre la capacidad de gestión de las instituciones ambientales y de los procesos de conversación con las comunidades. En estos tiempos, más que dudas todos deberíamos estar concentrados en cómo incentivar y mejorar esos procesos.
Debilitar las instituciones puede que sea efectivo en el corto plazo para alcanzar un objetivo particular, pero es muy costoso democráticamente y cimenta las bases de un camino peligroso que no deberíamos recorrer.
Este tipo de afirmaciones desconoce la regulación robusta que existe en Colombia y las capacidades técnicas de los profesionales de las autoridades ambientales y de las empresas mineras para evaluar proyectos sostenibles.
El camino fácil es anteponer inseguridades e incertidumbres. El difícil, estudiar con juicio, profundizar detalles, entender matices, escuchar argumentos, dialogar con diversos actores y construir soluciones y consensos.
Bienvenido el debate, pero busquemos hacerlo de manera transparente y no lo disfracemos.
La minería no debe ser discutida con medias verdades y afirmaciones sin sustento; si no con un dialogo cada vez más honesto, técnico y alejado de intereses particulares, políticos o ideológicos.
Juan Camilo Nariño Alcocer
Presidente, Asociación Colombiana de Minería.