Orquesta Sinfónica Cerrejón, semillero del talento guajiro
Con esta iniciativa se han beneficiado cerca de 2.000 niños y jóvenes del departamento, que ven en la música no solo la oportunidad de aprender a interpretar algún instrumento, sino toda una opción de vida.
El amor por la música llevó a un tolimense, nacido en Saldaña, a aceptar sin titubear una oferta que lo llevaría a dirigir la Orquesta Sinfónica Cerrejón, en La Guajira.
Así, hace ya 11 años, Néstor Raúl Villanueva Ortiz, músico profesional, con más de 20 años en el campo docente, con una maestría en Educación y una especialización en Gestión y Gerencia Cultural, inició con este proyecto de la que hoy se conoce como Oficina de Asuntos Públicos (antes era la de Responsabilidad Social) de la empresa minera.
La iniciativa se presentó como una opción para aportar al desarrollo del departamento a través de la educación artística y la música, y que hoy se sigue utilizando como una herramienta para contribuir en la formación -sobre todo- de competencias sociales de los niños como el trabajo en equipo, la disciplina, el compromiso y el sentido estético.
En ese momento se hicieron las audiciones en los diferentes municipios de La Guajira, en las que participaron más de 800 niños y en donde se hizo una primera selección para luego dejar unos 100 músicos. Con los años, las convocatorias para pertenecer a este proyecto se han ido cerrando para buscar darles prioridad a los talentos de las zonas de influencia de la industria minera.
Beneficio para los pequeños
Junto con la Orquesta, por la que han pasado ya más 400 alumnos y que hoy alberga a unos 94, entre los 8 y los 15 años de edad, también hay un programa de música que nació a raíz del éxito que tuvo la Sinfónica y que llega exclusivamente a las comunidades, a las que va una profesora y en sus colegios les da una cátedra de iniciación musical. Allí se han visto beneficiados unos 1.500 niños.
Por su naturaleza, este grupo de músicos participa constantemente en eventos empresariales como el Congreso Nacional de Minería, en el Hay Festival y han estado en Bogotá en presentaciones de tipo corporativo, mientras que en el ámbito departamental han recorrido toda La Guajira con conciertos pedagógicos. Fueron, además, ganadores del Programa Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura.
Asimismo, han grabado dos CD’s, el primero hace unos siete años en el que hicieron un viaje musical por Colombia (con pasillos, guabinas, joropos, cumbias, etcétera) y el segundo está próximo a salir, en el que le hacen un homenaje a La Guajira interpretando vallenato sinfónico.
“El hecho de que haya llegado una compañía minera, en lugar de aminorar lo cultural lo ha enriquecido. Los esfuerzos que se han hecho en el departamento en esta materia no se han logrado sostener en el tiempo, mientras que el Cerrejón puede hoy mostrar que durante 11 años ha podido desarrollar un proceso con varios muchachos es algo muy positivo, y más cuando gracias a esta iniciativa muchos de los que han pasado por la Orquesta se han dedicado a la música como un proyecto de vida (de hecho en la actualidad la Sinfónica emplea a cuatro exestudiantes de la primera promoción y que se desempeñan como docentes. Esto habla del impacto que puede tener un proyecto de estos, gracias a la labor que hace la compañía”, explica Villanueva.
Ese mismo sentimiento aflora en las palabras de Sara Marcela Acosta Anaya, de 13 años de edad, nacida en Barranquilla, pero criada desde muy pequeña en Fonseca (La Guajira). A muy temprana edad comenzó a tocar el piano y, luego de participar en una de las audiciones anuales que hace la empresa, hace 4 años entró a formar parte de la Sinfónica, donde interpreta este instrumento y en ocasiones también canta.
“Haber encontrado esta posibilidad ha sido muy importante en mi vida musical, porque ellos me han ayudado mucho para afinar mi oído, tocar mejor el piano y para seguir creciendo en la música”, dice esta joven que cursa octavo grado y que quiere estudiar música y además crear una fundación para los niños wayúu o para los que quieran aprender a interpretar instrumentos.
Aporte muy positivo
Para Sara, el apoyo de la empresa privada a este proyecto significa un aporte muy positivo para todos los niños de La Guajira, puesto que les permitió acceder a la música, conocer y aprender sobre sus instrumentos preferidos. “Si Cerrejón no hubiera creado la Orquesta Sinfónica yo digo que no hubiera tantas oportunidades en La Guajira porque, que yo sepa, la verdad es que es la única que he visto aquí y que nos ha llevado por todo el departamento”, agrega esta niña que por su talento tuvo la oportunidad de participar y representar muy bien a su región en La Voz Kids.
Semillero de talentos
De este semillero en el que se convirtió la Orquesta, también salió Osvaldo Hernández, próximo a cumplir 19 años, y que ingresó a la Sinfónica en 2014 tras presentar una audición en su colegio. Allí estuvo hasta el año pasado, cuando decidió trasladarse a la capital del Atlántico con el propósito de estudiar música en la Corporación Universitaria Reformada.
Este joven, desde los 10 años comenzó a tocar la viola en la Fundación Batuta en Maicao, en el proceso sinfónico de la Cancillería junto con el Plan Fronteras para la Prosperidad y después de eso pasó a interpretar el violín en la Orquesta de Maicao (como concertino) y, gracias a su padre Carlos Alberto Hernández (compañero de Carlos Huertas ‘El Cantor de Fonseca’), aprendió guitarra. De allí ingresó a la Orquesta Sinfónica como violín primero y luego del primer año y medio pasó a ser concertino.
“Estar en la Orquesta para mí fue maravilloso. Primero, porque solo conocía Maicao, Riohacha y Dibulla, y con ella recorrí muchos sitios del departamento, y además porque fue muy enriquecedor compartir con todos estos chicos tan talentosos delos diferentes municipios, mientras que en lo profesional crecí como violinista y como concertino, lo que me afianzó como líder, aparte de visualizarme también como director, pues el maestro Villanueva me dejaba dirigir los ensayos”, asegura Hernández.
Ejemplos como el de la Orquesta Sinfónica demuestran que la presencia del sector minero en las regiones no significa un cambio en la cultura ni sus tradiciones sino, por el contrario, un trabajo serio por su preservación, vigencia y desarrollo, con lo que además se les ofrecen a los niños alternativas de vida distintas a la minería.
11 años lleva este proyecto de la que hoy se conoce como Oficina de Asuntos Públicos (antes era la de Responsabilidad Social) de la empresa minera.