El impulso al sector minero-energético
El mejor antídoto contra la caída de precios es sostener la producción. Por eso, hemos tomado una serie de medidas, a las que se suman las presentadas esta semana en el Pipe 2.0.
Difícilmente un sector ha contribuido tanto al desarrollo en los últimos 4 años como el sector minero-energético. La producción de petróleo creció más del 30 %, hasta llegar a la meta del millón de barriles por día, y las contribuciones del sector en regalías e impuestos se triplicaron hasta superar los 30 billones de pesos al año. Esto, para dar una idea de lo que significa, es suficiente para pagar toda la educación pública desde el grado cero hasta la universidad, o financiar el 60 por ciento de los costos del programa de construcción de carreteras 4G.
Desafortunadamente, los precios del petróleo cayeron aceleradamente a la mitad en el segundo semestre del año pasado, sumándose a los ya bajos precios del carbón, amenazando la generación de recursos para inversión social y de contratación de mano de obra y servicios en las regiones.
Ante un panorama de esta naturaleza, el sector minero y petrolero, como lo haría cualquier empresa o familia a la que se le caen sus ingresos a la mitad, va a tener que ajustarse. Y este ajuste puede amenazar los recursos que tanto necesitamos para pagar las inversiones que van a requerir la paz, la equidad y la educación.
Por eso, desde el Gobierno debemos ayudar a que el ajuste sea lo menos traumático posible, actuando bajo una premisa básica: el mejor antídoto contra la caída de precios es sostener la producción. La producción mantiene la inversión, protege el empleo en las regiones y asegura la compra de bienes y servicios locales.
Es así como hemos tomado una serie de medidas a las que se suman las presentadas esta semana en el Pipe 2.0 (Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo). Cero arancel a la importación de maquinaria utilizada en los proyectos mineros, una menor regalía para que la nueva producción pueda efectivamente materializarse y zonas francas para los proyectos costa afuera, donde está nuestro mayor potencial. Además, buscamos darles mayor certidumbre a los procesos de licenciamiento y gestión predial de los proyectos de mayor impacto, y ajuste a los tiempos y a algunas condiciones económicas de los contratos. Todas estas son medidas que tomamos para estimular la producción.
Pero no es solo la producción: la exploración de hoy es la producción de mañana. Para estimular la inversión en exploración, que ha sido la más golpeada con la caída de precios, vamos a reducir en un 50 por ciento las tarifas del canon que pagan las empresas mineras en la etapa de exploración, a flexibilizar los plazos para cumplir los compromisos exploratorios y a permitir que estas inversiones se hagan en las áreas de mayor potencial. Queremos ajustar los requisitos para que una mayor cantidad de empresas puedan acceder a áreas con potencial y permitir que se puedan asignar áreas para exploración permanentemente y no solo cada dos años, cuando hay rondas.
Estas medidas van a ser indispensables en nuestro propósito de que la producción de carbón esté por encima de los 90 millones de toneladas, de mantener la producción de petróleo lo más cerca posible al millón de barriles y de cuidar el empleo y las compras de bienes y servicios que hace el sector. Pero el esfuerzo no debe parar. Del lado del Gobierno, tenemos que avanzar más en el acompañamiento de los proyectos y en revisar la carga tributaria del sector, que es el factor que más pesa en las decisiones de inversión. Y del lado de las empresas, ser totalmente estrictos en el cumplimiento de sus compromisos y obligaciones. Es la mejor manera de sembrar los impuestos, las regalías y la confianza que tanto necesita el país.
Tomás González
* Ministro de Minas y Energía
Fuente: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/el-impulso-al-sector-minero-…