Mercurio, un monstruo dormido en Antioquia

Fecha 16 enero, 2015

En las imágenes se apreciaba cómo el dueño de la compraventa salía con una especie de estela que rodeaba todo su cuerpo, como si el mercurio circulara por sus venas. “Antioquia es un caso grave. Y Colombia es de los peores ejemplos de Suramérica. He estado en Bolivia, Perú y Ecuador investigando esta situación y en Colombia se aplica mucho más mercurio del necesario. En Segovia, por ejemplo, se llegaron a aplicar 14 gramos de mercurio para sacar un solo gramo de oro, cuando se debería usar gramo por gramo”, asegura Cordy.
La salud la más afectada
En estas zonas mineras los efectos no se hacen esperar y ya comienzan a hacer estragos. El envenenamiento por mercurio, más conocido como Síndrome de Minamata -localidad en Japón donde murieron más de 400 personas intoxicadas- inicia cuando el metal se acumula en el cerebro, afectando el sistema nervioso y neurológico de las personas. Produce insuficiencia cardiaca, renal, respiratoria, dermatitis y hasta impotencia sexual. En las mujeres embarazadas puede provocar abortos y malformaciones en sus fetos.
“En Segovia evaluamos a 400 compradores de oro y encontramos que el 90 por ciento tienen niveles anormales de mercurio. Así mismo, en 2011 estudiamos a 190 estudiantes entre los 8 y 18 años de edad, en uno de los municipios del Nordeste antioqueño y encontramos que casi el 87 por ciento tenían alteración en la función ejecutiva y el 60 por ciento pérdida de la memoria. En Puerto Berrío la gente evaluada ni si quiera se acordaba de los exámenes que les habíamos practicado. Y en zona rural de Andes, encontramos a una menor de 13 años que vivía al lado de una caldera de una mina y que tenía niveles por encima de los 500 nanogramos de mercurio por metro cúbico en su orina”, afirmó Quiroz sobre varias investigaciones realizadas por la facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia.
Este tipo de problemáticas se repiten por todo el departamento. En el caso de Caucasia hay mineros y compradores de oro con problemas como falta de coordinación, temblores en sus manos, párpados y lengua; pérdida de la memoria, estados de ánimo irascibles, además de pérdida de la potencia sexual.
Entre los casos más curiosos encontrados por Quiroz, está el de un aumento en la venta de sildenafil, más conocido como Viagra, en el municipio de Andes. Según el investigador, este medicamento se disparó en ventas entre la comunidad minera. “Antes no vendían nada de Viagra. Y ahora que aumentó la minería, el consumo de este medicamento y otros similares es altísimo. El mercurio a largo plazo logró disminuir la lívido de estos hombres, que pueden presentar hasta 1.050 nanogramos en su orina”, indicó Quiroz.
Erradicar el mercurio, una tarea entre la violencia
En Antioquia hay unas 1.526 minas de oro, de ellas 186 son legales y 1.339, entre informales e ilegales, muy difíciles de acceder. Y aunque la nómina, los impuestos, el mercurio y el gasto en combustible puede ascender a los 270 millones de pesos al mes, las ganancias pueden triplicar esa cifra. Esto lo sabe la guerrilla y las bandas que ven allí un negocio más rentable que la exportación de cocaína.
Según la Fiscalía, las bandas criminales, las Farc y el Eln, entre otros grupos ilegales, estarían sacando toneladas de oro del Bajo Cauca antioqueño, especialmente de Cáceres, Tarazá y Nechí hacia Panamá, Estados Unidos y Europa. Por esto, las unidades de medio ambiente, lavado de activos, entre otras, trabajan para establecer cómo se está dando la comercialización del oro colombiano en el extranjero y si tiene procedencia ilegal.
Estos grupos armados que se organizan alrededor de la minería, cobrando vacunas y controlando la circulación no solo del oro sino de las personas en estos territorios, dificultan el trabajo para erradicar el mercurio. “Ese es el trabajo que venimos haciendo, formalizar a los mineros y darles opción de tener nuevos equipos para sus minas, para que dejen de usar el mercurio”, afirma Darwin Gutiérrez, uno de los investigadores de la Universidad Nacional, que hace parte del Proyecto Global del Mercurio.
Pero esa formalización en la mayoría de los casos es de largo aliento, contradictoria y difícil de resolver. En el caso de Eduardo, hace más de cuatro años que espera un título minero. “Es contradictorio, a uno le piden que deje el mercurio, pero no le dejan importar las máquinas. En Brasil compré dos trommel para lavar el mineral sin usar mercurio, pero no los dejaron importar. Me preguntan, dónde está el título minero y allá se quedó todo eso. Nos tocó inventarnos un trommel y ahí lo estamos terminando”, sostiene Eduardo.
Como él son muchos los mineros en Segovia, Buriticá, Remedios, El Bagre y Caucasia, que caminan en esa delgada línea entre el delito y el negocio. Además, son pocos los que ganan lo suficiente para invertir en tecnología más eficiente que les permita abandonar el uso del mercurio.
Los héroes detrás del Proyecto Global del Mercurio
Un estudio de la revista Nature, publicado el 6 de agosto de este año, afirma que el nivel de mercurio en los océanos se ha triplicado como consecuencia de la actividad humana en los últimos siglos. Estas mediciones indican que océanos como el Atlántico, Pacífico, Ártico y Antártico tienen disueltos unos 290 millones de moles de mercurio. Esto equivale a más de 58 mil toneladas del metal nocivo, lo mismo que pesan 580 ballenas azules, el mamífero más grande del mar.
“La combustión de carbón, las extracciones de oro, la producción de cemento y la incineración de basura han contribuido a ese aumento”, indicó Carl Lamborg, geoquímico de la Institución Oceanográfica Woods Hole, de Estados Unidos y responsable del estudio. Y este es uno de los objetivos del Proyecto Global del Mercurio, reducir hasta su mínimo el consumo de mercurio y evitar una emergencia ambiental de corte global.
En Antioquia, el Proyecto Global del Mercurio busca reducir en un 50 por ciento, en cinco años, el uso y las emisiones de mercurio en la minería en el Bajo Cauca, donde más de 25.000 personas viven de este trabajo. Por esto, más de 2.000 mineros han sido capacitados en la utilización de tecnologías limpias y en la recuperación de mercurio.
A la fecha, unas 103 hectáreas de tierra afectadas por la minería han sido recuperadas en el corregimiento Cuturú, en Caucasia; unas 750 hectáreas se comenzaron a recuperar en Nechí y 132 en El Bagre, con sembrados de Acacia magnium y especies nativas. En el corregimiento de Trinidad, del municipio de Nechí, se implementó un vivero para la producción de estas plantas. Así mismo, con el apoyo de Biorred se vienen estableciendo 20 colmenas de abejas, para que las familias que habitan cerca de los sembrados de Acacia aprovechen esta especie productora de miel.
Del mismo modo, en la planta de beneficio de minerales del Cimex, de la facultad de Minas de la Universidad Nacional, se enseña a los mineros como Eduardo a trabajar sin mercurio. “Esta planta la tenemos adaptada a los procesos de recuperación de oro sin mercurio. Usamos el peso del oro para separarlo de otros minerales. Le demostramos al minero que el uso del mercurio solo deja daños a la salud y se pierde mucho dinero”, indica Óscar Jaime Restrepo, docente de la facultad de Minas de la Universidad Nacional.
Para este investigador, que apoya el Proyecto Global del Mercurio, el secreto está en que la pequeña minería se constituya como empresa. “La actividad minera es una actividad industrial y debe ser reglamentada. El minero debe establecer su empresa para tener más beneficios. Y estos deben ser invertidos en equipos y plantas para reducir el uso del mercurio”, afirma Restrepo.
Y aunque en Colombia, mediante la Ley 1658 del 15 de julio de 2013, se prohibió el uso del mercurio desde el año 2018, el compromiso debe ser aún mayor. Además de exigir a los mineros que cumplan leyes y regulaciones, de imponer impuestos y control, los mineros deben recibir apoyo como acceso a créditos, formación, asistencia técnica y recibir del Estado las condiciones mínimas para tener una vida digna.
Fuente: El Colombiano 
Foto: Hablemos de Minería